23 marzo 2009

Discurso de la escritora Laura Esquivel,

Discurso de la escritora Laura Esquivel, durante la asamblea informativa del Movimiento nacional en defensa de la economía popular, en el Zócalo de la Ciudad de México

Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador.

Hombres y mujeres libres:

Es un honor estar con Obrador y con todos ustedes. De no ser por tan buena compañía, en estos momentos de crisis, tal vez sería presa de la depresión. No es fácil observar tranquilamente el deterioro que sufren las instituciones, los partidos políticos, los sindicatos.

No pasa un día en que no escuche la palabra desempleo, deuda, devaluación, delincuencia, mentira, narco, violencia, corrupción.

No es nada agradable saber de los avances del crimen organizado, y me refiero a los bancos, esos sí que están bien organizados para efectuar actividades criminales en contra de la población.

Tampoco resulta sencillo escuchar las declaraciones plagadas de cinismo del grupo de bandidos que nos desgobiernan, quienes nos tratan de imponer la idea de que todo es una simple mercancía; el aire, el agua, la tierra, los mares, el espacio aéreo, el petróleo, ya no se diga los seres humanos.

Para ellos sólo existimos como piezas de engranaje dentro de una maquinaria de consumo pero se equivocan, por si no se han enterado, los ciudadanos que integramos el Movimiento en defensa del Petróleo, la Soberanía y la Economía Popular, no nos regimos por las leyes del mercado, no tenemos precio ni estamos en venta.

Estamos aquí para demostrarles que frente a la simulación y el engaño, frente a la rapiña y a la pobreza de espíritu, están siempre la solidaridad, el trabajo y la unidad.

Y por eso resulta tan esperanzador ver los rostros sinceros y escuchar sus alegres consignas. Y la esperanza que ustedes inspiran no es un espejismo, no es una falsedad o un sueño de opio, la esperanza es esta realidad concreta que se experimenta cuando se comparten ideales colectivamente.

Se que han venido desde lugares distantes, movidos por un entusiasmo, por una voluntad, por una verdad que está más allá de los partidos, más allá de los engaños, del desaliento y de la frustración.

Y sé que tienen claro que no es el presidente espurio ni las instituciones corruptas las que van a dar con la salida a sus problemas, tampoco los partidos que sólo cuidan sus pequeños intereses de grupo, sino la gente que tienen al lado, esa es la que con su esfuerzo cotidiano, con su trabajo honesto de todos los días va a sacar adelante al país.

Nos tenemos unos a otros.

Estamos aquí porque estamos concientes de nuestra fuerza, porque sabemos que la confianza puede ser restablecida, que el crédito no sólo es aquello que conceden o quitan los banqueros avaros y usureros, el verdadero crédito es el que se le da a la palabra y a la obra de personas que siguen creyendo en que la transformación del mundo comienza en la intimidad de nuestra conciencia, en lo trascendente de nuestra vida cotidiana.

Que toda verdadera revolución, todo cambio, comienza y termina en cada una de nuestras manos, en el poder transformador de nuestra palabra cumplida, de nuestra confianza renovada.

Aquí hay confianza, hay verdad, hay certeza, hay sabiduría, hay un gran pueblo. Lo que se vive aquí, es imposible de transmitir, y no me refiero a lo que las televisoras vendidas tratan de mantener alejado de las pantallas, sino a esta sensación de unidad, de honestidad, de compromiso. Lo que aquí se vive, lo que aquí se siente, lo que aquí se comparte en este bello día de primavera es historia que se repite, historia que se renueva.

Estamos rodeados de ecos, de murmullos, de presencias de otros tiempos, de luz que permanece en la memoria.

Fue aquí, que los aztecas encontraron a un águila devorando a una serpiente y fundaron la ciudad que llegaría a ser la capital de un gran imperio y el centro de un movimiento de renovación cultural en toda el área náhuatl.

En este mismo lugar, se proclamó el final de la guerra de Independencia y el inicio de México como nación soberana.

Aquí se escuchó el chirriar de la carroza de don Benito Juárez mientras cruzaba esta plaza para entrar al Palacio Nacional después de tres años de estar ocupado por las tropas invasoras y por mexicanos retrógrados.

Fue aquí que el pueblo mexicano recibió triunfalmente a don Francisco y Madero.

Fue aquí también donde el general Lázaro Cárdenas, siempre presente en nuestra memoria, dio a conocer que la riqueza petrolera, que sólo había sido hasta entonces botín de las empresas extranjeras, era ya un patrimonio del pueblo de México.

En este mismo lugar tomo posesión nuestro presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador.

Su toma de posesión no fue un mero capricho personal, como algunos pretender minimizar, sino el reclamo de una voluntad popular, de un movimiento social que representa los más puros ideales.

Esa voluntad es la que ha acompañado, arropado, sostenido, impulsado, los cambios sociales que se han dado en nuestro país. Todos los valiosos líderes de nuestro pasado histórico nunca hubieran podido lograr nada sin el apoyo popular.

En este momento histórico que nos está tocando enfrentar necesitamos estar más claros y más unidos que nunca. No se dejen confundir. Todo aquello que huela a fragmentación y que responda a intereses mezquinos de un grupito, separara y resta fuerza.

Todo aquello que no huela a unión, no une. Así de simple.

En nuestro pasado ha habido momentos donde han predominado facciones y partidos que olvidaron los verdaderos intereses de la Nación. Existe un personaje que nos dejó un ejemplo de cómo hay que recuperar la unidad para hacer frente a los enemigos externos. Se llamó Tlacaelel y fue el fundador del Imperio Azteca. Él logró la total unidad de los tenochcas con el siguiente discurso:

Este es nuestro centro, este es el lugar donde el águila despliega sus alas y destroza a la serpiente. El tiempo de la ignominia y la degradación ha concluido.

Llegó el tiempo de nuestro orgullo y nuestra gloria. ¡Que se levante la aurora! ¡Que tiemble la tierra y se estremezcan los cielos! ¡Los mexicas han despertado!


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