Carlos Montemayor detalló el caso de la matanza de indígenas en Acteal
“La desaparición forzada, el crimen más arrogante de un Estado contra su sociedad”
El escritor participó en la Jornada Nacional Contra el Olvido, en la Casa de la Cultura de Morelia
“La desaparición forzada es el crimen más arrogante que puede ejercer un Estado contra su propia sociedad. Este crimen de lesa humanidad sólo lo puede cometer un Estado impune”, manifestó ayer en la Casa de la Cultura de Morelia el escritor Carlos Montemayor, durante su participación en la Jornada Nacional Contra el Olvido, en la que detalló los elementos por los cuales el caso de la matanza de Acteal trasciende como un crimen de Estado.
El Frente Nacional de Lucha por el Socialismo organizó dicha jornada con la intención de propiciar la reflexión en el contexto que uno de los voceros de la organización definió de la siguiente forma: “en la actualidad, los gobiernos impuestos por los grupos oligárquicos no muestran ninguna preocupación por garantizar el pleno goce de los derechos humanos. El gobierno de Felipe Calderón viola los derechos humanos y comete crímenes de lesa humanidad”.
Acompañado por hijas u otros familiares de luchadores sociales desaparecidos, Carlos Montemayor ofreció una aleccionadora exposición sobre las características de la violencia de Estado o crimen de Estado, que en su definición es cuando “no se reduce a la decisión administrativa de un funcionario público, sino que implica la decisión de un funcionario del Poder Ejecutivo que entra en coordinación con decisiones de otras dependencias del Estado en distintos niveles de gobierno, y como ejemplo emblemático de esta sincronía criminal citó el caso de Acteal.
El escritor fue a los antecedentes para referir que una serie de documentos militares entre octubre y diciembre de 1994 revelan la conflagración que se estaba orquestando en Acteal: “en esos documentos se insiste en la organización de la autodefensa civil de las comunidades que sirvan de contrapeso a los simpatizantes zapatistas o bases sociales zapatistas, es decir, la creación de grupos paramilitares. Además, debería inducirse el desplazamiento de familias simpatizantes o no adheridas a grupos antizapatistas mediante seis técnicas: el incendio y demolición de sus casas, la matanza o robo de sus ganados, robo o incendio de sus cosechas, robo o incendio de sus parcelas, y la invasión. Desde marzo o abril del 95 se empiezan a aplicar estas estrategias, casi en el momento en que se inauguran las reuniones de trabajo de San Andrés”.
El conferencista subrayó que al momento de efectuarse la masacre de Acteal se solicitó ayuda a un grupo de policías que no intervinieron, puesto que argumentaron que no tenían instrucciones para hacerlo; posteriormente, la policía estatal intervino para alterar la escena del crimen y la versión de los hechos. Después, el Ejército realizaría operativos para requisar armas, con la particularidad de que sólo operaron en las comunidades de los victimados y no de los victimarios. Todos estos elementos revelan a Carlos Montemayor una lógica de violencia de Estado, y agregó que con la reciente absolución otorgada por la Suprema Corte a presuntos autores materiales del genocidio, se consuma el crimen de Estado con la negación de las posibilidades de justicia, pero esto tiene consecuencias graves desde la perspectiva del escritor, que afirmó: “el Estado, que es el responsable de regular la vida normada conforme al derecho de una nación, cuando cancela esa posibilidad y se convierte en verdugo cancela toda posibilidad legal o pacífica para resolver conflictos”.
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