22 marzo 2012

¿Por qué a los pobres hasta el trabajo nos niegan?

¿Por qué a los pobres hasta el trabajo nos niegan?

Jesús Sosa Castro

@rasocas


Por la mañana del domingo 18 de marzo, salí a entregar unas copias de identificación personal para documentar la participación de representantes de casilla y cuidar el Voto de Andrés Manuel como candidato a la Presidencia de la República. De regreso, ya casi para llegar a mi casa, un joven como de 25 años, se me acercó para pedirme que le permitiera lavar mi carro. Tenía necesidad –me explicó- de ganarse unos pesos ya que era padre soltero de dos niños y no tenía trabajo. ¡Cómo! ¿Padre soltero, con dos niños y sin trabajo? me atreví a preguntarle. Cuando nació mi segundo hijo trabajaba, hubo ajuste de personal en la empresa y me despidieron. Mi esposa me abandonó con mis niños, respondió

Me bastó verle los ojos para darme cuenta que lo que me decía era verdad. No podía mentirme. No pedía limosna, pedía trabajo y se lo di. Entré por dos cubetas, un poco de detergente y le señalé dónde podía proveerse de agua. Al principio pensé que sólo lo limpiara por fuera. Sin decirlo, consideraba que podía sustraer del interior alguno de esos objetos que uno siempre trae en el carro. Supuse que podía ser un vival, o peor tantito, un ladrón. Finalmente esto es lo que le han metido a uno en la cabeza, desconfiar de la persona pobre, de la que pide limosna, de la que canta o toca en las calles o te pide algo para comer. Me pasó por la mente, pero no pude actuar así. Mi vida misma estuvo llena de esas circunstancias, de las dificultades económicas que vivimos mis padres y yo, de mis sueños infantiles vividos en cuevas por falta de techo, por días comiendo bellotas y frutos silvestres, sufriendo los piquetes de los zancudos que parecían avionetas volando por las intrincadas montañas de la Sierra Madre del Sur. ¡Así fueron los días de mi infancia!

El joven empezó a lavar el vehículo. Lo hacía con esmero, bien. Me salí de la casa y de bote pronto le pregunté: ¿Por qué no buscas otro trabajo que te permita mayores ingresos y Seguro Social para ti y tus hijos? Pequé de ingenuo, de baboso con esa pregunta. Sí he buscado, me dijo sin dudarlo. Pero tengo tres años haciéndolo y nada más no lo encuentro. Soy de Guanajuato y me vine a esta ciudad porque allá me estaba muriendo de hambre. Aquí he encontrado más fraternidad con los pobres como yo. Rentamos una habitación entre varios, mis hijos me los cuidan mis padres y a veces mis hermanos menores. Quiero trabajar, no quiero robar. Sé que hay gente buena que ayuda a los que nos resistimos a caer en el vicio o en la delincuencia. Diariamente me pregunto ¿por qué se me niega el trabajo? ¿Porque soy pobre? ¡Es muy probable! Pero he llegado a la conclusión de que los responsables de lo que nos pasa a millones de personas son los gobernantes del PRI y del PAN.

Decidí abrirle el carro para que lo limpiara por dentro. Para ese momento este joven se había ganado toda mi confianza. En ese entendido, le hice una pregunta más. El 1º de julio los ciudadanos votaremos por un candidato a la Presidencia de la República, tú por quién vas a votar? Por el Sr. López Obrador, me dijo sin dudarlo. Me picó la cresta con esa respuesta, como dicen los guerrerenses. En el mismo sentido, le solté ¿Por qué por él y no por los otros? Porque los otros son los que nos tienen en estas condiciones de pobreza, porque nos han quitado la esperanza, porque nos han robado nuestro trabajo, porque nuestros hijos y nosotros nos estamos muriendo de hambre. Por eso mi familia y yo vamos a votar por el candidato del PT, por el que apoya la gente como yo, los pobres, los que nadie nos oye ni nos ve

Al llegar a este punto ya estaba conmovido. Me había tocado las fibras del corazón, sus razonamientos me perturbaron. Entendía la situación de este joven que andaba ganándose honradamente la vida. No era un muchacho ignorante, ni dejado, ni frustrado. Era un hombre encabronado con el sistema, con los gobernantes incompetentes y ladrones. Olía la injusticia y se la explicaba a su manera. Para ese momento había terminado su trabajo y yo con gusto le pagué un poco más de acuerdo a lo que tengo. Gracias señor, me dijo. Me voy a comprar una caja de chocolates. En el ir y venir en los autobuses que van a mi colonia me saco ciento ochenta pesos de ganancia. Con eso ya comen mis hijos. Me dijo al despedirse.

¿Cómo te llamas? ¡Alcancé a preguntarle! Me llamo Rafael y vivo en la San Felipe, musitò. Al oír su nombre recordé a mi padre. También él y sus hijos habíamos vivido miserias parecidas. De entonces a la fecha han pasado muchos años y si bien es cierto que este pueblo noble y trabajador ha aguantado todas estas injusticias, tengo claro que estos jóvenes que hoy viven sin trabajo y sin esperanza, se están acercando a la conquista de sus derechos perdidos. Estoy seguro que nos falta poco para librar la madre de todas las batallas. La fecha decisiva es el 1º de julio y creo que nadie con dos dedos de frente, se quedará en su casa viendo que millones de mexicanos vamos al rescate de nuestra dignidad. La tarea es difícil pero la lucha hay que librarla y librarla bien. Andrés Manuel López Obrador es la respuesta y la esperanza. ¡Por eso en julio el pueblo lo hará Presidente de la Repùblica!


Fuente: http://sdpnoticias.com

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